Por Michelle Childs, Directora de Políticas y Advocacy de DNDi
La agenda de debate de los líderes del G20, que se reunirán en Río de Janeiro durante los próximos días, incluye un tema crucial que presenta a los dirigentes del grupo una oportunidad histórica: hacer frente a la escasez de diagnósticos, tratamientos y vacunas para las enfermedades que afectan a las comunidades más desatendidas del mundo. La propuesta elaborada por los Ministros de Sanidad de estos países en vísperas de la gran reunión es la creación de la Coalición para la Producción Local y Regional, la Innovación y el Acceso Equitativo para las Enfermedades Desatendidas y las Poblaciones Vulnerables.
Esta iniciativa, central en la misión de DNDi, exige una acción inmediata para garantizar que los avances médicos y tecnológicos lleguen a quienes más los necesitan. Brasil ha demostrado un fuerte liderazgo al situar la equidad sanitaria en el centro de su Presidencia del G20, defendiendo la creación de la Coalición del G20.
Esta iniciativa refleja el aprendizaje de una de las lecciones más duras de la pandemia de COVID-19: cuando la equidad no es un determinante central en la forma en que se desarrollan, producen y suministran las herramientas sanitarias necesarias para hacer frente a una emergencia, las poblaciones ya vulnerables son las que más sufren.
La Coalición del G20 puede centrar la atención y los recursos públicos tan necesarios en las prioridades sanitarias existentes que afectan de manera desproporcionada a las personas pobres y marginadas de los países de ingresos bajos y medios -como las Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD)-, al tiempo que aprovecha las redes que pueden activarse en caso de futuras emergencias sanitarias, brotes epidémicos o pandemias.
Enfoque
Las ETD se desarrollan en regiones empobrecidas, incluidos entornos remotos, rurales y políticamente inestables con acceso limitado a los servicios sanitarios. También afectan de forma desproporcionada a mujeres y niños.
Al no ser comercialmente rentables, estas enfermedades no reciben suficiente inversión en investigación. En consecuencia, los pacientes no tienen más remedio que tomar medicamentos inadecuados, ineficaces o tóxicos.
La Coalición ofrece una oportunidad única de corregir este fatal desequilibrio. Para ello, tendrá que seguir centrándose en las enfermedades olvidadas y en las personas en situación vulnerable, en medio de muchas prioridades que compiten entre sí. No debemos perder de vista el impacto transformador que la CoFalisión puede tener en las comunidades más desatendidas.
El caso del dengue
El dengue puede servir como un claro ejemplo -y un próximo paso tangible- del potencial de la Coalición.
Esta enfermedad afecta a casi la mitad de la población mundial y se está extendiendo rápidamente con la urbanización. Su incidencia mundial ha aumentado considerablemente en los últimos 20 años, lo que supone un importante reto para la salud pública. Como muchas otras ETD, el cambio climático está alimentando su expansión. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que los últimos años «se han caracterizado por un aumento significativo del número, la escala y la aparición simultánea de varios brotes, que se han extendido a regiones anteriormente no afectadas por el dengue», incluidos muchos países del G20.
Sin embargo, a pesar de su creciente prevalencia mundial, aún no existen tratamientos específicos contra el dengue. Aunque las vacunas innovadoras y los métodos de control del vector son prometedores, por sí solos resultarán insuficientes.
En el G20 existen conocimientos e infraestructuras de I+D sobre el dengue, así como varias iniciativas académicas y del sector privado que trabajan en la enfermedad, pero el enfoque se limita principalmente a las vacunas. Falta coordinación en la investigación y el desarrollo, colaboración interregional y financiación para terapias y diagnósticos, incluidos recursos humanos e infraestructuras de investigación sanitaria.
La Declaración del G20 reconoce la necesidad de crear sinergias con las iniciativas existentes. Un ejemplo es la Alianza contra el Dengue. Creada por DNDi a partir del trabajo conjunto de instituciones públicas de investigación de Brasil, India, Malasia y Tailandia, la Alianza contra el Dengue podría desarrollarse y ampliarse con el apoyo del G20.
La Alianza cuenta con países endémicos de dengue que lideran la definición de estrategias y ambiciones para las asociaciones Sur-Sur y triangulares, así como compromisos específicos para compartir conocimientos y tecnología con el fin de garantizar un acceso equitativo.
La Coalición del G20 pretende promover asociaciones innovadoras y geográficamente diversas que rompan las barreras tradicionales a la I+D y la producción local. El apoyo a modelos de colaboración como la Alianza contra el Dengue reforzaría la capacidad de I+D en las regiones más afectadas por enfermedades desatendidas como el dengue.
Esto también estaría en consonancia con el compromiso del G20 con la equidad en las respuestas al cambio climático y la salud, reflejado en la Declaración sobre el Clima que los Estados miembros también hicieron la semana pasada. Las enseñanzas extraídas de un proyecto piloto centrado en las necesidades de las poblaciones desatendidas que corren el riesgo de contraer enfermedades sensibles al clima podrían respaldar el compromiso de Brasil de hacer de la equidad sanitaria un aspecto importante de su Presidencia de la COP 30 en 2025.
DNDi ha trabajado estrechamente con la Presidencia del G20 y los Estados miembros durante los Grupos de Trabajo sobre Salud para compartir nuestra experiencia, y estamos comprometidos a apoyar el desarrollo de la Coalición.
En última instancia, la Coalición del G20 tiene el potencial de ser más que la suma de sus partes. Además de apoyar proyectos piloto y aprovechar fuentes de financiación nuevas o innovadoras, es una oportunidad para cambiar el paradigma de la salud mundial. La Coalición puede ir más allá de la arquitectura tradicional de la ayuda y entrar en una era en la que la innovación esté impulsada por las necesidades y el acceso equitativo y la producción sostenible no sean excepciones, sino normas.
Mantener el compromiso con las enfermedades olvidadas y dar prioridad al dengue como prueba piloto allanaría el camino para el nacimiento de un nuevo modelo de colaboración sanitaria mundial que dé prioridad a las necesidades de los más vulnerables del mundo, garantizando que ninguna enfermedad y ninguna comunidad se queden atrás.