Un compañero lo condujo al Hospital donde le pronosticaron inicialmente “muerte súbita”, pero despertó luego de tres días de intentos de reanimación, y le hicieron unos análisis de sangre. La sospecha de los médicos de que podía tener la Enfermedad de Chagas hizo que lo remitieran al Instituto Nacional de Salud- INS, que realiza las pruebas diagnósticas y facilita gratuitamente el tratamiento a los afectados por esta patología en el país. El resultado fue positivo.
Juan Bautista jamás tuvo síntoma de la enfermedad. La cardiopatía avanzada es un síntoma tardío en pacientes crónicos, como él: “Si no es por el infarto, no me entero de que el Chagas existe”, dice. Ya nada es como antes: antes era un hombre activo, trabajaba mucho. Hoy se fatiga caminando unos pocos metros, un 35% de su corazón está totalmente dañado y le han puesto un marcapasos desde que sufrió el infarto. El Chagas ha cambiado totalmente su vida. «Ya no tengo la misma energía que solía tener» dice con semblante sombrío.
El tratamiento fue con el Benznidazol, el medicamento de primera línea de tratamiento durante 60 días, para eliminar el parásito de su sangre. «Ese medicamento me provocó muchos malestares: tenía dolor de cabeza, mareo, decaimiento… pero lo soporté porque era por mi bien y estaba dispuesto a hacer todo lo posible por matar ese bicho.»
«Uno no sabe lo grave que es esa enfermedad, hasta que la sufre», dice al fin. «Cuando supe que la tenía, me decidí a luchar por seguir viviendo y me empeñé en que la gente conozca sobre el Chagas para que se concientice y se prevenga”, agrega.
Juan Bautista está agradecido con los médicos y siente que el tratamiento que recibe es de calidad, pero lamenta que en muchas instituciones sanitarias se limiten a quedarse con el diagnóstico de «muerte súbita», sin preguntarse qué hay detrás.
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