¿Las situaciones de crisis finalmente tendrán una respuesta del poder público a la falta de innovación y acceso?
Dr. Bernard Pécoul, Director Ejecutivo, DNDi
[Febrero 2015]
Mientras el pico de la crisis por la epidemia de ébola comienza a menguar lentamente y con esto posibles formas de tratamiento comienzan a surgir, la comunidad mundial de la salud no puede seguir como antes. Se ha movilizado de manera fuerte a la opinión pública y, con el ébola actualmente convertido en algo familiar, simplemente no hay vuelta atrás. Se está asumiendo una postura estricta en muchos frentes, incluidos los formadores de opinión, responsables de la elaboración de políticas, científicos, empresas farmacéuticas, filántropos, miembros de la sociedad civil, expertos en salud mundial y periodistas, para asegurar que más allá de esta crisis particular, las lecciones aprendidas a partir de varias cuestiones de salud pública aparentemente no relacionadas hasta el momento se reúnan y sean analizadas con el mismo rigor. Pero no podemos detenernos allí; una solución integral y duradera podría estar justo frente a nuestro alcance. No obstante, esta requiere una seria consideración de lo que funciona y de lo que no funciona actualmente.
La actual convergencia sin precedentes de las crisis de innovación y acceso, como la resistencia antimicrobiana, el ébola, la hepatitis C y todas las enfermedades desatendidas, requiere una respuesta fundamental que esté en sintonía con la realidad de la fragilidad del sistema de innovación actual, así como el desplazamiento de la riqueza y la pobreza a los países de ingresos medios, y todo lo que esto conlleva. Ciertamente, resulta un desafío “conectar los puntos”, y los cambios de paradigma por lo general se perciben en retrospectiva. No podemos darnos el lujo de esperar tanto. Una mayor movilización por parte de los gobiernos y de los protagonistas en la salud mundial es vital para asegurar los compromisos políticos y financieros necesarios para las soluciones que hoy se proponen a fin de abordar las prioridades de salud pública de manera sustentable, con el liderazgo público al frente.
Los recientes debates de los estados miembros en el Directorio de la Organización Mundial de la Salud demuestran que existe voluntad política. El Plan de Acción y Estrategia Mundial para la Salud Pública, la Innovación y la Propiedad Intelectual (Global Strategy and Plan of Action on Public Health, Innovation and Intellectual Property), el cual propuso los elementos para la investigación y desarrollo sustentable impulsados por el sector público para enfermedades relacionadas con la pobreza, se ha extendido hasta el 2022, manteniendo esencialmente su importancia y alcance en la agenda política. El seguimiento del Grupo Consultivo de Expertos (CEWG, por su sigla en inglés de Consultative Expert Working Group) sobre Investigación y Desarrollo: Financiamiento y Coordinación, recibió fuertes movimientos de apoyo y consenso para el establecimiento de un fondo común para programas de I+D (investigación y desarrollo). El ébola se incorporó a las deliberaciones, elucidando la urgente necesidad de un mecanismo sustentable que asegure que la innovación sea disponible a tiempo hábil y que se asegure el acceso. Se presentó un proyecto de plan mundial sobre la resistencia antimicrobiana, el cual establece objetivos de gran alcance que requieren una respuesta política mundial de alto nivel y rápida para impulsar que proyectos de I+D se aprueben en la próxima Asamblea Mundial de la Salud. El reciente informe sobre Enfermedades Tropicales Desatendidas (NTD, por su sigla en inglés de Neglected Tropical Diseases) de la OMS también ha puesto un gran énfasis en la necesidad de invertir tanto política como financieramente, así como la necesidad de alcanzar mecanismos de financiamiento innovadores en países endémicos, sobre todo en países de ingreso medio, donde residen la mayoría de los pobres y, por ende, la mayoría de los pacientes que padecen NTD.
A medida que las fronteras de la pobreza, las enfermedades y las fallas en las políticas y el mercado se desdibujan, vemos que las características compartidas entre las enfermedades “tradicionales” relacionadas con la pobreza y las emergentes crisis de la salud mundial (por ejemplo, el ébola o la hepatitis C) apuntan a los pacientes necesitados de innovación y de acceso a tratamientos adecuados. Estas también apuntan a pacientes que merecen beneficiarse de la esperanza por la innovación en I+D, de la manera en que se les da preeminencia, coordinada, financiada y desarrollada de la forma en que se les hace accesible a ellos. Las condiciones están dadas ahora y podemos estar a un paso de “conectar los puntos” con un marco para una respuesta mundial y adaptada a las crisis de innovación y acceso con:
- Establecimiento de prioridades impulsado por las necesidades de los pacientes;
- Desvinculación del costo de I+D del precio de los productos entregados (De-linkage);
- Integración del monitoreo de I+D de la salud mundial, la coordinación y el financiamiento;
- Creación de un marco normativo más propicio para agilizar la aprobación de medicamentos esenciales;
- Creación de mecanismos de financiamiento sustentable, incluido a través de un fondo común para la salud mundial enfocado en la innovación a largo plazo.
En la próxima Asamblea Mundial de la Salud, la siguiente Cumbre del G7 en Berlín, las reuniones del G20 y la próxima Cumbre de los BRICS, todos estos asuntos relacionados con la salud pública mundial aparecerán en las respectivas agendas, incluida la resistencia microbiana, las enfermedades desatendidas y el ébola. Los líderes mundiales tendrán la oportunidad política de que se aborden las prioridades en la salud pública de manera sustentable. Es responsabilidad de ellos garantizar que los puntos se conecten en este nivel político más alto. Es nuestra responsabilidad como sociedad civil y grupos de investigación recordarles su mandato.