En el Día Mundial de la Enfermedad de Chagas (14/4), conoce al pueblo Wiwa y a los profesionales que forman parte de un proyecto pionero y exitoso que lleva diagnóstico y tratamiento de la enfermedad de Chagas a comunidades indígenas en la región de la Sierra Nevada, en Colombia.
La innovación del proyecto contra Chagas entre los Wiwa está en la alianza con líderes indígenas y autoridades locales de salud. Este enfoque ya está dando resultados: menos del 10% de los pacientes diagnosticados interrumpen el tratamiento antes de finalizarlo. El promedio general de abandono es del 20%.
En 2024, se realizaron pruebas a 1.577 personas del pueblo Wiwa en el laboratorio de Dusakawi IPSI. De ellas, el 82% eran mujeres y el 12% niños. Las pruebas revelaron que el 14% de los participantes estaban infectados con Trypanosoma cruzi, el parásito que transmite la enfermedad de Chagas.
Francisco, el padre, y sus hijos Marcelina (14 años), Juan José (10 años) y Karelis (8 años) finalizaron el tratamiento con Benznidazol en agosto de 2024. Toda la familia fue diagnosticada. Antes de este proyecto, no sabían que los pitos podían transmitir la enfermedad.
Supo que tenía Chagas cuando estaba embarazada. En el momento de la foto, se sentía aliviada porque el primer test del bebé había dado negativo para Chagas y porque ella había comenzado el tratamiento hacía pocos días. Alrededor del 5% de las infecciones tienen como origen la transmisión de madre a hijo.
“La interacción entre los saberes ancestrales indígenas y la medicina occidental –como algunos la llaman, refiriéndose a la medicina de las grandes ciudades– es esencial. Deben ir de la mano para ampliar el acceso al tratamiento entre estas poblaciones tradicionalmente afectadas por el Chagas.”
“No pensábamos que ellos podrían atacarnos tan fuerte, causarnos tantos problemas, incluso la muerte”. Para los Wiwa, los pitos son guardianes sagrados del medio ambiente; aparecen en los hogares para cobrar deudas espirituales causadas por la destrucción de la naturaleza.
Los mamos son los líderes espirituales de los Wiwa. Considerando que los pitos son seres sagrados, antes de fumigar las casas para controlar al vector, el mamo realiza un ritual para que los pitos no sufran. Él dice que la ceremonia calma a los insectos para que se queden en el bosque y no vuelvan a infestar las casas.
Respetado líder local, lleva su historia con orgullo allá donde va: “El medicamento es fuerte, pero logré completar el tratamiento”. La comunidad también juega un papel fundamental en transmitir información y desmontar mitos sobre el tratamiento, especialmente en relación con los efectos del medicamento Benznidazol.
Los Wiwa viven en la región de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el norte de Colombia. Muchas familias habitan en casas de bahareque, con paredes de barro y techos de palma, un entorno ideal para que los vectores de la enfermedad – conocidos como pitos en Colombia – vivan y se reproduzcan.
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